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COVID-19 no es pandemia; es sindemia

La pandemia de COVID-19 sirve de despertador para reconocer que viene en sindemia con otra pandemia moderna: las enfermedades crónicas.

COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV2, se convirtió rápidamente en una epidemia de importancia global y poco después fue declarada como una pandemia, al distribuirse por varios países unos cuantos meses después de haber sido descubierta en diciembre de 2019 en Wuhan, China. Y de ahí el 2019 en el nombre de la enfermedad.

Sin embargo, tiempo después se propuso que de hecho la enfermedad ya llevaba varios meses trasmitiéndose, al punto en que se considera que al mismo tiempo que se corroboró como una nueva sepa de SARS en China, en California ya había estado circulando pero confundiéndose con gripe común.

Y definitivamente este nuevo coronavirus es una enfermedad que con mucha razón se considera una pandemia grave para la salud, porque 1) es altamente contagiosa y fácilmente pasa desapercibida el suficiente tiempo como para ser transmitida por la mayoría de los infectados, y 2) porque es fácilmente grave y mortal en un pequeño pero considerable porcentaje de la población.

Sin embargo, esta enfermedad está directamente relacionada con otras circunstancias que, si no estuvieran presentes al mismo tiempo, seguramente SARS-CoV2 hubiera sido nada más que otra simple cepa de virus de gripe. ¿Cuáles son esas circunstancias? Y, más importante aún, ¿por qué entender la relación de estas con el nuevo coronavirus es clave para lidiar con la próxima pandemia similar?

La sindemia moderna

El concepto sindemia es uno que entre los círculos de expertos en temas de salud publica está últimamente en boga; y con mucha razón. Aunque la población en general no lo conoce. El término es nuevo pero se refiere a algo común: la interacción entre dos o más pandemias que se influyen entre ellas, de manera que una fomenta la otra. Así, sindemia es una palabra que mezcla los términos sinergia y pandemia.

En este sentido, sindemia significa epidemia sinergética. El término sinergia se refiere a cuando un aspecto refuerza otro. En lo que sea. Pero en este caso se refiere específicamente al reforzamiento de una pandemia por su coexistencia con otra, o con más. En el caso de COVID-19, la otra pandemia con la que interactúa y la hace una enfermedad grave, es una que ha ido creciendo en los últimos 40 años, pero es hasta las últimas dos décadas está llamando la atención de los sistemas de salud como un problema necesario de atacarse: la pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles.

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Enfermedades cónicas, en sindemia con la COVID-19

Desde varios ángulos en varios artículos y videos ya lo hemos tratado, pero es la pandemia de enfermedades crónicas (diabetes, enfermedades cardiovasculares, condiciones autoinmunitarias, cáncer, y demás) lo que hace grave para la humanidad el surgimiento de este nuevo coronavirus, el cual nos ha demostrado que, si se convirtió en pandemia, es porque está muy bien adaptado para infectar al ser humano.

Con muy bien adaptado nos referimos a que, mientras no se encuentre en un hospedero (la persona que resulta infectada con el virus) que padezca de algún tipo de enfermedad crónica o incapacidad inmunitaria, a lo más que llega la enfermedad es a la serie de síntomas que conocemos en una gripe común.

Es decir que, en palabras duras pero realistas: si la humanidad no padeciera de la pandemia de condiciones crónicas que cada año se extiende a más personas en mas países, COVID-19 no hubiera sido ni siquiera epidemia. O lo hubiera sido pero sin considerarse una de preocupación.

En otras palabras, si COVID-19 es un problema de salud pública mundial, solamente lo es porque ya tenemos desde antes otro problema de salud pública; uno que por variadas razones no se ha atacado adecuadamente. Y entre esas razones está el hecho de que mata muy lentamente. Al menos en la mayoría de los casos.

Pandemia conveniente

Y la otra razón es que esa muerte lenta de la población, la que trabaja en sindemia con COVID-19, le conviene a alguien. De hecho a muchos. Al menos en el corto y mediano plazo.

¿A quién le conviene que exista la pandemia de enfermedades crónicas, las que ya se consideran que prácticamente la gran mayoría padecerá en alguna de sus versiones, una vez pasados los 50 años de edad? A la industria alimenticia, al status quo del sistema de salud, y a los gobiernos. E inclusive a la población misma; al menos aparentemente.

Le conviene a la industria alimenticia

Le conviene a la industria porque los alimentos más baratos de producir y que le pueden reportar mayores ganancias son los que fomentan las desregulaciones metabólicas que llevan a todas las condiciones crónicas, comenzando por cualquiera de las integrales del síndrome metabólico. Y es que el interés de la industria alimenticia nunca ha sido la nutrición de sus consumidores, sino el reporte de ganancias. Son negocio, no beneficencia pública.

Así que, mientras sus productos se vendan, cumplan con los reglamentos de higiene y no causen inmediato daño, seguirán siendo producidos y vendidos. Y mientras el sistema socioeconómico relacionado con la alimentación no cambie su enfoque, estos alimentos se seguirán promoviendo y consumiendo.

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Le conviene a los gobiernos

Al los gobiernos les conviene por la primera razón por la cual los alimentos que promueven las enfermedades crónicas existen: porque son alimentos que pueden mantener grandes poblaciones. Y no existieran los gobiernos si no existieran las ciudades y los países. Y no existieran los países si la humanidad no hubiera sobrepasado cierta cantidad de población, y no se hubiera esparcido por todo el planeta. Y este crecimiento poblacional no hubiera sucedido sin la adopción de la agricultura como principal sustento alimenticio.

¿Y por qué la agricultura es el origen de los alimentos que promueven las condiciones crónicas?

Porque cuando el ser humano basa la gran mayoría de su ingesta alimenticia en unos cuantos granos ricos en calorías, pero escasos en todos los demás nutrientes que sus ancestros conseguían de la caza y la recolección, el metabolismo se desregula por el siempre hecho de que no evolucionó para ese tipo de alimentación. Y además, en el momento en que esa agricultura se industrializó y los productos de dicha industria se ultraprocesaron para ser mucho más prácticos y redituables, y pudieran alimentar a cada vez más personas, el daño metabólico aumentó.

Pero si la agricultura existe desde antes de la pandemia de enfermedades crónicas. Sí, pero como dicen los expertos en las desventajas de basar la alimentación mundial en unos cuantos granos, como el Dr. David Perlmutter, «los granos de nuestros antepasados no son los mismos que consumimos hoy».

Le conviene al status quo de la salud pública

Es decir que le conviene a profesionales de la salud, organizaciones, y al sistema de salud en general, porque con el tiempo establecieron una manera de trabajar a la que se acostumbraron y que además se adaptó al sistema socioeconómico. Lamentablemente, las bases con las que este sistema funciona, la evidencia en las ultimas décadas esta probando que son erróneas; pero como sus efectos se notaron hasta 50 años después, pocos lo vieron venir. Y muchos no quisieron verlo. Es más, muchos aun no quieren verlo, y siguen utilizando y defendiendo lo establecido mucho antes de que el daño metabólico de la población se comenzara a notar.

Esto se sigue reflejando en la desactualización de las recomendaciones médicas y nutricionales oficiales en cuanto al tratamiento y la prevención de las enfermedades crónicas, e inclusive en el propio concepto de quién se considera una persona saludable. Y en que el establishment médico se basa en curar síntomas, no en deshacerse de la enfermedad. Y en el caso de las condiciones crónicas, los síntomas son solamente la manifestación del verdadero problema, el cual, como no se puede resolver de raíz con medicamentos, se considera «crónico y progresivo».

Le conviene a las propias personas

Le «conviene» a quienes desarrollan condiciones crónicas, porque el ser humano es por naturaleza cognitivamente cortoplacista. Es decir que las personas sienten que es mejor posponer lo que no es cómodo, aun cuando no sea lo mejor para su salud. Como alimentarse saludablemente y llevar a cabo la suficiente actividad física.

De hecho, al igual que médicos que defienden el uso de medicamentos por sobre el cambio de hábitos de vida, muchas personas defienden sus malos hábitos con el pretexto de que ellas «disfrutan su vida». Aunque luego en la mediana edad, o a veces antes, se anden quejando de mil y un malestares, y se gasten gran parte de su presupuesto en intervenciones y tratamientos farmacológicos.

La sindemia triple

Entendiendo todo lo anterior, nos damos cuenta de que el principal problema de salud pública a tratar es el de la pobre salud metabólica de la población, relacionada con los malos hábitos alimenticios y la falta de actividad física. Combatir el virus con vacunas y tratamientos, es solamente una solución de corto plazo.

Afortunadamente, la pandemia de COVID-19 está sirviendo como un despertador para que la sociedad reconozca la gravedad de la pandemia de enfermedades crónicas. Y esto es mucho más importante, cuando tomamos en cuenta que la presente sindemia no solamente incluye al nuevo coronavirus y las enfermedades crónicas, sino además aincluye la degradación del medio ambiente.

Pero ese es un tema que dejaremos para después. Porque sobre esta sindemia hay mucho más que conocer aún.

 

Referencias
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Nelson Razo

Nutriólogo enfocado en recuperación de la salud metabólica y la reversión de enfermedades metabólicas, basado en la más reciente evidencia y la promoción de la salud y el bienestar de largo plazo.

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