Pocas palabras provocan una reacción de temor que la palabra cáncer. Es una de las enfermedades más temidas, y lamentablemente una de las principales causas de muerte en todo el mundo, ya no solamente en los países desarrollados, sino también en los emergentes, como los de América Latina.
Y el temor a esta enfermedad es justificado, principalmente porque hasta la fecha no tiene una cura sino varios tipos de tratamiento, unos más exitosos que otros. Y por que las estadísticas indican que entre un cuarto y un tercio de la población desarrollará algún tipo de cáncer en su vida.
No obstante, los tratamientos anti-cáncer cada vez son más efectivos y las investigaciones siguen desarrollando, si no curas, al menos sí tratamientos cada vez más sofisticados y efectivos, que en los próximos años podrán estar mostrando resultados.
Y es que el cáncer técnicamente no es una enfermedad, sino un conjunto de distintas enfermedades relacionadas, las cuales son más probables de desarrollar conforme la esperanza de vida aumenta, y que además depende de varios factores, tanto del propio organismo, como de los alimentos y el ambiente.
¿Por qué existe el cáncer?
El cáncer, básicamente, es un efecto secundario producto de la manera en que funcionan los organismos multicelulares. Debido a que estamos compuestos de conjuntos de millones de células que forman distintos órganos, y que la mayoría de esas células deben estar en constante renovación para seguir viviendo todo el tiempo posible, ese sistema de renovación a veces se encuentra con errores.
Esos errores consisten en el mal funcionamiento de un sistema de regulación del crecimiento y reproducción celular que forma parte de la información genética de nuestras células. Sin embargo, por distintas razones en todo momento suceden en alguna parte del organismo errores de codificación que evitan que algunas células hagan caso a ese sistema de regulación, de modo que en lugar de llegar a su límite de crecimiento y reproducción, continúan haciéndolo.
Normal y naturalmente, nuestro sistema inmunitario se deshace de esas células anómalas como si fueran un agente extraño, y el organismo sigue su vida normal. Sin embargo, algunas veces las células rebeldes desarrollan la habilidad de pasar desapercibidas para el sistema inmune, reproduciéndose sin control, formando tumores que causan daño conforme crecen; a lo que llamamos cáncer.
Más que genética
En las últimas décadas, la concepción del mecanismo por el que el cáncer funciona ha cambiado. Desde que se comenzó a estudiar científicamente el cáncer en el siglo XX, se ha considerado una enfermedad genética que se desarrolla producto del daño del ADN de los cromosomas en el núcleo de la célula.
De hecho la mayoría de los esfuerzos innovadores en investigación oncológica para curas y tratamientos, se basan en este principio de que curar el cáncer depende de una terapia genética específica para cada paciente, debido a que prácticamente cada cáncer es diferente y solo unos cuantos tipos de cáncer pueden ser atacados con tratamientos «genéricos».
Sin embargo en las últimas décadas se está considerando que el cáncer es una condición relacionada directamente con la inflamación, desde este punto de vista no tan distinta de las demás enfermedades crónico-degenerativas, producto del ambiente alimenticio y de estilo de vida modernos. De hecho desde hace tiempo se sabe qué condiciones como la obesidad y la diabetes promueven el desarrollo de varios tipos de cáncer.
Y es que el trabajo de la mitocondria en la célula es crucial para su salud, incluyendo la integridad del ADN.
El cáncer y la alimentación
Las células cancerígenas son distintas a las células sanas no solamente en su capacidad de reproducción sin límites, sino además en el hecho de que utilizan solamente glucosa como combustible. La glucosa es el producto del metabolismo principalmente de los carbohidratos, y las células cancerígenas dependen de éste nutriente porque no utilizan a las mitocondrias para generar energía.
Esto se está utilizando ya para desarrollar e implementar tratamientos que básicamente se encargan de desnutrir a las células cancerígenas, al negarles la glucosa mediante una dieta muy baja en carbohidratos (e inclusive ayuno intermitente supervisado médicamente) en conjunto con quimio o radioterapia.
Ahora bien, sumémosle a esto que estudios recientes sugieren que el problema de cáncer en la mayoría de los casos puede ser más el producto del mal funcionamiento de las mitocondrias que un problema inicialmente de mutación genética. Es decir que la mutación cancerígena inicia con el inadecuado funcionamiento de la mitocondria, en sí un problema metabólico.
Es por esto que expertos el Dr. Gary Fetkke promueven lo que se conoce como el Modelo Metabólico del Cáncer, como un enfoque de medicina evolutiva que no solamente puede ayudar en la lucha contra el cáncer existente, sino principalmente en su prevención.
El cáncer y los carbohidratos
El cáncer depende de la glucosa para generar su energía. En cambio, las células sanas pueden utilizar tanto glucosa como ácidos grasos como combustible. De hecho, ahora sabemos que no solamente las células prefieren la grasa como combustible, sino que además es un combustible mucho más eficiente y limpio en comparación con la glucosa.
Pero ¿cuál es el macro nutriente que más abunda en la alimentación moderna? Carbohidratos. Epecíficamente alimentos basados en carbohidratos refinados.
El consumo de dietas basadas en carbohidratos puede no ser la única razón de la proliferación del cáncer en el mundo, sin embargo conforme sabemos más sobre el cáncer, nos damos cuenta de que una dieta baja en carbohidratos o cetogénica puede utilizarse no solamente como ayuda para la terapia anti-cáncer, sino además como una manera de evitar el daño metabólico del metabolismo de tanta glucosa.
Minimizando el metabolismo de la glucosa, mediante una dieta baja en carbohidratos se generan menos especies de oxígeno reactivo, los principales oxidantes que en abundancia dañan el funcionamiento de la célula y promueven desde el interior las mutaciones genéticas que se pueden convertir en cáncer.
No solamente puedes perder kilos, sino también probabilidades de desarrollar cáncer.
Alimentos anti-cáncer
Aunque en general una dieta baja en carbohidratos refinados, azúcares, aceites vegetales y alimentos ultra procesados (es decir una dieta anti-inflamatoria) ayuda a reducir las probabilidades de desarrollar cáncer, existen ciertos alimentos que se sabe tienen propiedades anti cancerígenas específicas.
Y aunque algunos de ellos se siguen estudiando, lo que sabemos hasta ahora es razón suficiente como para integrarlos más seguido en la dieta, si queremos prevenir no solamente le cáncer sino problemas crónicos de salud en general.
Aquí una lista de algunos de los principales, los cuales seguramente reconocerás por promover la salud en muchos otros aspectos.
Brócoli, Zanahorias y Tomate
El brócoli contiene sulforafano, un compuesto con propiedades anti-cáncer que existe en los vegetales crucíferos que se sabe reduce el número de células cancerígenas de seno y próstata. Consumir más zanahorias se asocia con menos incidencia de distintos tipos de cáncer, como el de estómago, próstata y pulmón. El licopeno en los tomates les da su vibrante color rojo y también propiedades anti cáncer, especialmente contra el cáncer de próstata.
Bayas y Frutas Cítricas
Uno de los alimentos ancestrales del ser humano, las bayas a las que pertenecen las fresas, las frambuesas y toda fruta colorida similar, son altas en antocianinas, los pigmentos que apare de su color, contienen propiedades antioxidantes asociadas con la reducción del riesgo de cáncer. Las frutas cítricas, como los limones, las naranjas y las limas, tienen también propiedades asociadas a menos riesgo de cáncer de los tractos digestivo y respiratorio, así como del páncreas.
Canela, Ajo y Cúrcuma
Varias especias tienen propiedades antioxidantes que ayudan a combatir las células canceras. La canela reduce los niveles de azúcar en la sangre y la inflamación, además de que puede ayudar a limitar el crecimiento de células cancerígenas. El ajo, por su parte, contiene alicina, un compuesto que ha demostrado matar células cancerígenas en varios estudios, además de que su consumo se asocia a menos riesgo de ciertos tipos de cáncer. La cúrcuma también es una especia muy conocida por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes e inclusive anti cancerígenas, mostrando reducción de lesiones cancerosas de colon hasta en 40%.
Nueces y Aceite de Oliva
Otro grupo de alimentos ancestrales, consumir nueces de varios tipos se relaciona con menor riesgo de ciertos tipos de cáncer y cáncer en general, muy probablemente por sus conocidas propiedades anti-inflamatorias. Lo mismo sabemos del consumo de aceite de oliva, probablemente uno de los alimentos más promotores de la salud en general, y parte integral no solo de la famosa dieta mediterránea, sino también de una bien formulada dieta cetogénica.
Pescados Grasos y Frijoles
Los omega-3 y la vitamina D del salmón, sardina y las anchoas, por sus propiedades antiinflamatorias, también proveen al ser humano de propiedades anti cancerígenas, especialmente menor riesgo de cáncer del tracto digestivo. Los frijoles, probablemente por su importante contenido de fibra, se asocian a menor incidencia de cáncer de colon, lo que los hace una comida mexicana muy saludable.
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[…] Como ya analizamos en el artículo Cuídate de la Inflamación Crónica, el estado inflamatorio expone al cuerpo al desarrollo de condiciones crónicas como la artritis. Y la gota es un tipo de artritis. Y de hecho, cuando hablamos de inflamación, la artritis puede ser el menor de los problemas; el estado inflamatorio crónico promueve el desarrollo de todas las enfermedades modernas, desde el síndrome metabólico hasta enfermedad de Alzheimer y cáncer. […]
[…] Estas condiciones cuya incidencia y prevalencia van en aumento son la hipertensión (presión alta), la hiperglucemia (altos niveles de glucosa sanguínea), la hiperinsulinemia (altos niveles de insulina), la dislipidemia (altos triglicéridos y altos niveles de colesterol “malo” y bajos de colesterol “bueno”) y la obesidad. Sin embargo, aunque todos estos problemas por sí mismos ya son materia de preocupación, el problema grave reside en lo que este conjunto de condiciones promueven, si no se evitan o se tratan a tiempo: diabetes y todas sus complicaciones, incluyendo enfermedades y eventos cardiovasculares, enfermedad de Alzheimer y hasta cáncer. […]
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