¿Sigues comprando productos que dicen ser «Bajo en Grasas»? Si tu respuesta es afirmativa, es muy probable que estés desarrollando lo que promueve todas las condiciones crónicas modernas que dependen de un metabolismo poco saludable.
El mito de que la grasa es mala es en gran parte lo que ha provocado todo lo contrario: la epidemia de síndrome metabólico que se extiende por todo el mundo conforme todos los países adoptan una dieta basada en la errónea idea de que la grasa en los alimentos es lo que promueve la grasa en el organismo.
De hecho, una vez entendiendo esto, entenderemos que son los productos «bajos en grasa» precisamente los que promueven el almacenamiento de grasa. Y lo hacen a través de la insulina.
¿Qué es la insulina?
La insulina es una hormona liberada por el páncreas. Es una hormona vital para muchos procesos de nuestro organismo, pero se relaciona principalmente con su influencia en el metabolismo de la glucosa en los alimentos. Su rol más conocido es el de permitir que las células utilicen la glucosa en la sangre, por lo que se considera esencial para mantener equilibrados los niveles de azúcar sanguínea.
Sin embargo, en las últimas décadas se está reconociendo que su rol principal (especialmente en el ambiente nutricional moderno) no es el de ayudar a convertir la glucosa en energía, sino simplemente de deshacerse lo más pronto posible de su presencia en exceso en la sangre; y de almacenar esa glucosa «para los tiempos de escases«, en forma de glucógeno y grasa.
Por esto, ahora la insulina se conoce como la hormona del almacenamiento energético. Y de aquí su conexión con todos los problemas de salud modernos relacionados con la nutrición y el metabolismo; como la obesidad y la diabetes.
La Resistencia a la Insulina
Para que el cuerpo mantenga un metabolismo saludable, la insulina juega un rol protagónico por que se encarga de poner en marcha las rutas bioquímicas que procesan la glucosa contenida en los alimentos.
Y su rol es mucho más importante en la alimentación moderna precisamente porque desde la industrialización alimenticia, la mayoría del planeta depende de alimentos baratos y calóricos basados en carbohidratos refinados (harinas y azúcares), el tipo de macronutriente que nuestro cuerpo descompone rápidamente en glucosa.
Sin embargo, con una abundancia constante de carbohidratos, y en consecuencia de glucosa en la sangre, con el tiempo el organismo desarrolla resistencia a la insulina, un estado en el cual las células del organismo dejan de utilizar adecuadamente la glucosa, hasta llegar al punto en que ésta se comienza a acumular en niveles tóxicos por todo el cuerpo.
Si esta sobredosis de glucosa permanece constantemente en la sangre, con el tiempo daña tanto la función del páncreas, que se convierte en lo que conocemos como diabetes; pero pasando casi siempre primero por obesidad, hipertensión y otras condiciones crónicas.
El problema no es la grasa en la dieta
Los distintos macronutrientes en la comida promueven distintas reacciones en la liberación de insulina. Las grasas prácticamente no causan su liberación (porque no la necesitan para ser utilizadas por las células), las proteínas causan una moderada reacción, y los carbohidratos fomentan la mayor liberación de la hormona.
Así que, ahora comprendemos mejor por qué las famosas dietas «bajas en grasas» no han hecho otra cosa más que empeorar los problemas metabólicos que promueven la mayoría de las principales enfermedades crónico-degenerativas modernas.
El problema nunca ha sido el consumo de alimentos ricos en grasas, sino el de alimentos basados en carbohidratos, que se reducen a glucosa fácilmente en nuestro organismo, manteniéndola constantemente en niveles altos, lo que en consecuencia promueve la resistencia a la insulina.
Esto responde fácilmente a la paradoja nutricional de los últimos 40 años: desde que se promovió y adoptó por muchas personas el consumo de una dieta «baja en grasas», en el mismo lapso todas las condiciones crónicas relacionadas con el síndrome metabólico han ido en aumento.
Más claro ni el agua.
No por ser «bajo en grasas» baja la grasa
Lamentablemente esta idea de que «bajo en grasa» es saludable se sigue creyendo hasta hoy. Es por esto por lo que siguen abundando en el supermercado alimentos procesados que destacan en sus envases o sus etiquetas la famosa leyenda «Low Fat».
Cada año se corrobora con mayores evidencias que este tipo de productos, en su afán de convencer a las personas de que son bajos en grasas y supuestamente por esto no promueven su acumulación, fomentan precisamente lo contrario.
Y la razón es simple: al ser bajos en grasa, casi por defecto serán altos en… adivinen qué. Carbohidratos. Y en consecuencia consumirlos aumenta los niveles de glucosa en la sangre, lo que incita la liberación de insulina para deshacerse de tanta glucosa; ¡almacenándola en forma de grasa!
Y mientras más basamos nuestra alimentación en este tipo de productos, más fomentamos la obesidad, la resistencia a la insulina, y en consecuencia la diabetes, la hipertensión, la enfermedad de Alzheimer, y hasta el cáncer.
La mejor descripción de la frase «nos salió el tiro por la culata».
No interesa la grasa, sino la resistencia a la insulina
Así que, de lo último que debes preocuparte es de que un alimento sea alto en grasa; primero asegúrate de que sea bajo en carbohidratos. Especialmente que no se base en harinas y azúcares. Que no promueva la resistencia a la insulina.
La grasa en los alimentos solamente es mala cuando proviene de aceites vegetales. Especialmente los hidrogenados o parcialmente hidrogenados. Estas son grasas modificadas artificialmente (también conocidas como grasas trans), que son tóxicas para nuestro metabolismo.
Ni siquiera las grasas saturadas (como las de las carnes que tanto tiempo nos han dicho que son malas) son problema, mientras tu alimentación incluya una mínima cantidad de carbohidratos.
¿Sigues sin poder creerlo? En el Polo Norte, los inuit (también conocidos como esquimales), tradicionalmente vivieron saludables con una dieta basada en grasas y proteínas de carne de foca y ballena, con prácticamente cero carbohidratos. Sin embargo, cuando la civilización moderna introdujo alimentos basados en carbohidratos procesados, estas poblaciones comenzaron a desarrollar todas las condiciones del síndrome metabólico, incluidas hipertensión y diabetes.
Así que, a dejar de comprar un alimento solamente porque dice «Bajo en Grasa».
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[…] perder grasa no es lo único para lo que es efectiva la dieta low-carb, sino además aumenta la sensibilidad a la insulina, disminuye la presión arterial, y reduce los niveles de triglicéridos y glucosa en la sangre, […]