Es muy popular la idea de que la Vitamina C ayuda a combatir las infecciones. Cada temporada de invierno la publicidad de esta vitamina en forma de suplementos nos intenta convencer de que es hora de «reforzar nuestro sistema inmune» con acido ascórbico.
Y es que de hecho la vitamina C sí es esencial para el trabajo del sistema inmune. Sin embargo, no es tan importante para la salud en general como otra vitamina, una que de hecho no necesitamos más que salir al sol 20 minutos al día para conseguir suficiente: la vitamina D.
Especialmente en estos tiempos de pandemia por el nuevo coronavirus, en los últimos meses abunda la información sobre las vitaminas y los suplementos que declaran reforzar el sistema inmune, y así defendernos mejor en caso de infección por SARS-CoV2.
En este sentido, la vitamina D, a pesar de no ser tan famosa en el mercado en relación con el sistema inmunitario, juega un papel esencial en la defensa ante las infecciones. Y ese es solamente uno de sus roles en la salud humana.
La C no puede hacer mucho sin la D
En las últimas décadas, la literatura científica al rededor de la importancia de la vitamina D ha estado aumentando. Desde que un estudio publicado en 2008 resumió la relación entre esta vitamina (que técnicamente es una hormona) y las infecciones de influenza, los estudios se han ido haciendo más específicos, con el fin de develar los mecanismos por los cuales interactúa de varias formas en el metabolismo y la salud. Incluyendo el sistema inmunitario.
Uno de los sus roles principales en la defensa ante las infecciones es el de actuar como activadora del aprovechamiento de la vitamina C de parte de los glóbulos blancos que se ocupan de combatir a los patógenos y deshacerse de las células infectadas.
Esos glóbulos blancos, las células inmunitarias, expresan un receptor de vitamina D, y solamente pueden utilizar la vitamina C como una especie de combustible después de haber absorbido vitamina D. Así que, sin suficiente vitamina D, no se provecha la C, y en consecuencia el sistema inmune no puede hacer su trabajo tan efectivamente.
La importancia evolutiva de la vitamina D
A pesar de su rol esencial en la defensa inmunitaria, la vitamina D es más conocida por su papel básico en la homeostasis del calcio en todo el organismo. Esta fue la primera relación entre la vitamina D y la salud que se entendió cabalmente; y es una relación extremadamente importante. Tan importante que de hecho sin la vitamina D, la vida animal sobre la Tierra probablemente nunca hubiera evolucionado.
Resulta que antes de que salieran a poblar la superficie, los seres vivos primitivos acuáticos conseguían y administraban fácilmente sus niveles de calcio necesario. Sin embargo, al dejar el medio líquido, rutas metabólicas evolucionaron para administrar este mineral por medio de la vitamina D. Esto utilizándola como una especie de catalizadora que el mismo cuerpo metaboliza a partir de colesterol, en reacciones químicas que implican la exposición de la piel al sol.
Pero esto no es lo más importante para la salud en general, sino el hecho de que esta adaptación que existe desde hace casi 400 millones de años, con el tiempo el organismo la aprovechó para muchas más funciones vitales. Una de ellas, precisamente, es la regulación del sistema inmunitario, que tanto nos interesa en tiempos de pandemia.
La vitamina D y el sistema inmunitario
Desde hace tiempo se sabe que quienes consumen suplementos de vitamina D tienen menos problemas con las infecciones respiratorias como la gripe. Sin embargo ahora sabemos que esta relación tiene que ver con el papel que la vitamina D juega en las infecciones virales y su desarrollo en el cuerpo. Específicamente se encarga de administrar la respuesta inflamatoria, evitando que la tormenta de citocinas (parte de la defensa ante los patógenos infecciosos) haga más daño que beneficio.
Y es que la vitamina D interviene en la modulación de la respuesta inflamatoria de los macrófagos, las células inmunitarias que se encargan de ingerir toxinas y células infectadas. Cuando los niveles de esta vitamina son bajos, las células inmunitarias no se desarrollan completamente en la médula ósea, el lugar donde se reproducen. Esta inmadurez no les permite neutralizar adecuadamente a los patógenos.
Pero por si esto no fuera suficiente, la vitamina D es esencial en la autofagia, es decir en la capacidad de las células inmunitarias de comerse entre ellas cuando ya no son útiles. De modo que la deficiencia de esta vitamina no permite limpiar de desechos los tejidos, promoviendo la inflamación.
En ambas líneas de defensa
El sistema inmunitario consta de dos líneas de defensa ante los patógenos: el sistema innato y el sistema adaptativo. El primero son tejidos y células que se encargan de defender al cuerpo de cualquier invasor, conocido o no. El sistema adaptativo, como su nombre lo indica, defiende más efectivamente al cuerpo de invasores previamente identificados.
La vitamina D es esencial en ambos sistemas. De hecho desde el principio de la defensa, ya que de ésta depende la liberación efectiva de péptidos antimicrobianos (AMPs), moléculas que se encargan de destruir invasores como bacterias o virus desde que llegan a los tejidos epiteliales, es decir, la superficie de cualquier órgano interno. Tanto las células epiteliales como los macrófagos residentes liberan AMPs, y su capacidad de hacerlo depende de la vitamina D.
En el sistema adaptativo, de la adecuada cantidad de esta vitamina depende la efectividad de la respuesta de los linfocitos T y B, ya que regula la producción de inmunoglobulinas, anticuerpos que marcan a los invasores para ser atacados. Además, regula la proliferación y la función de los linfocitos Th, evitando la inflamación innecesaria, modulando la liberación de citocinas inflamatorias como interleukin 2 (IL2). También interviene en varias funciones más.
Fuentes de vitamina D
Como ya sabemos, la principal fuente de vitamina D es la exposición de la piel al sol. Sin embargo, por muchas razones, a veces no es posible conseguir suficiente exposición solar saludable, lo que hace necesario conseguir esta vitamina de otras fuentes.
Pocos alimentos son ricos en vitamina D, y en gran parte esta es una de las razones por las cuales gran porcentaje de la población es deficiente de este micronutriente. De manera que, si tu exposición al sol sabes no es suficiente, integra más de estos alimentos en tu dieta:
- Sardinas, anchoas, salmón, ostras, camarones y atún.
- Hongos, nueces y huevo
En cuanto a suplementos, es importante saber primero que el nivel adecuado de esta vitamina, medido en la sangre, es de más de 30 nanogramos por mililitro. De preferencia más de 40. Estos niveles se alcanzan con una exposición diaria al sol de unos 20 minutos entre las 11am y las 3pm, en conjunto con una dieta saludable.
Para alcanzar esto niveles y mantenerlos mediante suplementos, el equivalente en unidades internacionales (UI) en las que se mide esta vitamina, es al menos de 1500 UI al día. Y si es posible, son mejor 2000 UI.
Deficientes de vitamina D
Se estima que en los países desarrollados y emergentes que se encuentran más alejados del ecuador hasta el 73% de las personas son deficientes de vitamina D. Esto no solamente por que entre más nos alejamos del ecuador menos luz solar obtenemos, sino además resultado del estilo de vida que evita la exposición al sol, pasando la mayoría de las horas del día a la sombra, ya sea en casa, en el trabajo o en el auto.
Esta deficiencia de vitamina D no solamente afecta al sistema inmunitario y a la capacidad de retención y administración adecuada del calcio, sino además juega un papel crítico en la salud mental, tema que ya hemos abordado en artículos anteriores y que analizaremos más a fondo después.
Alipio, M. (2020). Vitamin D Supplementation Could Possibly Improve Clinical Outcomes of Patients Infected with Coronavirus-2019 (COVID-2019). https://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3571484
Cannell, J. J., Zasloff, M., Garland, et al. (2008). On the epidemiology of influenza. Virology journal, 5(1), 29. https://doi.org/10.1186/1743-422X-5-29
Cantorna, M. T. (2010). Mechanisms underlying the effect of vitamin D on the immune system. Proceedings of the Nutrition Society, 69(3), 286-289. https://doi.org/10.1017/s0029665110001722
Gibson, C. C., Davis, C. T., Zhu, et al. (2015). Dietary vitamin D and its metabolites non-genomically stabilize the endothelium. PloS one, 10(10). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0140370
Gombart, A. F. (2009). The vitamin D–antimicrobial peptide pathway and its role in protection against infection. Future Microbiology, 4(9), 1151-1165. https://dx.doi.org/10.2217%2Ffmb.09.87
Grant, W. B., Lahore, H., McDonnell, S. L., et al. (2020). Evidence that vitamin D supplementation could reduce risk of influenza and COVID-19 infections and deaths. Nutrients, 12(4), 988. https://doi.org/10.3390/nu12040988
Ivor Cummins (2014). D is for Debacle – The Crucial Story of Vitamin D and Human Health. https://youtu.be/aXw3XqwSZFo
Raharusun, P., Priambada, S., Budiarti, C., et al. (2020). Patterns of Covid-19 Mortality and Vitamin D: An Indonesian Study. https://ssrn.com/abstract=3585561
Yuk, J. M., Shin, D. M., Lee, H. M., et al. (2009). Vitamin D3 induces autophagy in human monocytes/macrophages via cathelicidin. Cell host & microbe, 6(3), 231-243. https://doi.org/10.1016/j.chom.2009.08.004
[…] plomo, mercurio y arsénico, causan daño al organismo, especialmente al sistema digestivo e inmunitario. En parte la flojera crónica que varias personas experimentan durante el día se debe al efecto de […]
[…] en general, ya que revierte efectos del envejecimiento incluyendo del envejecimiento del propio sistema inmunitario, disminuye la inflamación sistémica, y mejora la efectividad de las vacunas, incluida la vacuna […]
[…] presenta síntomas leves o moderados y no requieren hospitalización. Esto gracias al trabajo del sistema inmunitario, que aun cuando el virus sea nuevo, cuenta con estrategias que naturalmente combaten al patógeno. […]