Como ya abordamos en otro artículo, la composición del microbioma humano es esencial para la salud. El microbioma es ese conjunto de microorganismos, como bacterias, virus y hongos, que conviven en nuestro cuerpo de manera simbiótica, aprovechando los nutrientes que consumimos para sobrevivir, y en recompensa nos proveen de varios beneficios.
Anteriormente conocida como flora intestinal, la microbiota que vive en nuestro sistema digestivo es la más numerosa; se encuentra principalmente en el colon y en menor proporción en otras partes del tracto digestivo. Consta de más de mil especies distintas solamente de bacterias sin contar hongos y virus, y su conformación inicia desde los primeros meses de vida, los cuales son críticos para el fomento de la diversidad necesaria, principalmente a través de la nutrición del bebé.
Y recordemos que la primera nutrición es la leche materna.
La leche materna: no solamente nutrientes
Además de proporcionar nutrientes esenciales para el adecuado desarrollo del neonato, la leche materna es crítica para su salud de corto y largo plazo porque provee al bebé de muchos otros elementos, y de ahí que ninguna fórmula láctea sustituta pueda brindar los mismos beneficios.
La evidencia científica es cada vez más clara explicando cómo la composición de la leche materna influye en la diversidad y la complejidad de la microbiota del bebé, lo que en consecuencia influye en el desarrollo de la misma a través de los años. De hecho, como un reciente estudio de revisión publicado en Frontiers in Pediatrics apunta, “las perturbaciones en la microbiota intestinal en los primeros años de vida puede tener efectos de larga duración en la inmunidad local y sistémica.
La importancia de la microbiota temprana
Lo que los investigadores de distintas instituciones que contribuyeron al estudio quieren decir es que, aunque aun se sigue estudiando para demostrarlos claramente, la leche materna contiene factores que afectan el desarrollo del sistema inmunitario del recién nacido, y en consecuencia influye en el desarrollo de alergias, a través de la influencia en la estructura de la función de barrera del sistema digestivo, de la composición de la microbiota intestinal y de la inducción de tolerancia oral.
En estudio liderado por la doctora Lieke van der Elsen de la University of Western Australia, explica que la nutrición del recién nacido es una ventana de oportunidad para alterar la microbiota intestinal para prevenir alergias, ya que la disbiosis (la incorrecta conformación de la microbiota) en los primeros 100 días de vida aumentan el riesgo de desarrollar asma y sensibilización alérgica en general.
En otras palabras, la correcta composición temprana de la microbiota intestinal puede reducir el riesgo de largo plazo de desarrollar enfermedades alérgicas. Esto ya ha sido correlacionado epidemiológicamente por varios estudios que muestran la relación estrecha entre la tendencia en las últimas décadas al menor tiempo de lactancia de las madres modernas, y la tendencia a la alza en la incidencia de enfermedades alérgicas o autoinmunes.
Resultados que se aplican
Evidencia científica cada vez más numerosa en cuanto a la importancia de la lactancia materna, y las consecuencias de su reducción para la salud de largo plazo del bebé, es lo que en los últimos años ha movido a distintas instituciones y autoridades mundiales a la promoción de esta práctica no solamente milenaria, sino evolutiva.
Además de los beneficios relacionados con el perfecto balance de macronutrientes y micronutrientes en la leche materna que no puede emular ninguna fórmula, entender que nutrientes no es lo único que aporta esta primera forma de alimentación al bebé es esencial para promover que las madres no prefieran la comodidad de reemplazar la leche materna por otros productos “similares” los cuales, aunque puedan aportar calorías, vitaminas y minerales, no le aportan muchas sustancias, factores, microorganismos, anticuerpos y otros elementos que se siguen descubriendo y que son básicos para su salud y su desarrollo.
Sin dejar de tomar en cuenta que la acción de amamantamiento es en sí una parte importante en el desarrollo cognitivo y emocional del recién nacido.
Fewtrell, M. S., Shukri, N. H. M., & Wells, J. C. (2020). ‘Optimising’breastfeeding: what can we learn from evolutionary, comparative and anthropological aspects of lactation?. BMC medicine, 18(1), 1-10. https://doi.org/10.1186/s12916-019-1473-8
van den Elsen, L. W., Garssen, J., Burcelin, R., & Verhasselt, V. (2019). Shaping the gut microbiota by breastfeeding: the gateway to allergy prevention?. Frontiers in pediatrics, 7, 47. https://doi.org/10.3389/fped.2019.00047
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