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Aterosclerosis: inflamación antes que grasa en las arterias

Aunque los médicos siguen considerando que la culpa de la aterosclerosis es del colesterol en la sangre, ahora sabemos que el inicio y la principal promotora de esta cada año más común condición es la inflamación. ¿Qué significa esto para su tratamiento y prevención?

Por décadas, de hecho, ya por más de medio siglo, el enfoque médico sobre la aterosclerosis ha sido uno muy simple: lo que la causa es el aumento en los niveles de colesterol en la sangre. Entre más colesterol en la sangre, más riesgo de aterosclerosis.

La aterosclerosis es el proceso y la condición por la cual las paredes arteriales (como las coronarias) se engrosan, evitando el flujo sanguíneo normal, lo que eventualmente puede llevar a infartos y otras enfermedades cardiacas. Este engrosamiento se ha considerado se debe a grandes rasgos a la acumulación de varias sustancias, predominantemente colesterol, debajo de la capa superficial de las arterias.

En las últimas décadas la evidencia científica al respecto se ha estado acumulando y, especialmente en los últimos 10 años, varios estudios de revisión están encontrando que la relación directa que tanto se ha considerado entre los niveles de colesterol LDL y el riesgo de infarto o muerte, no es tan clara o siquiera existente. No obstante, el estatus quo médico sigue considerando a la aterosclerosis como un problema principalmente de colesterol en la sangre.

La teoría «alternativa» de la razón de la aterosclerosis

Sin embargo, ya desde 1999 un estudio de revisión del doctor Russell Ross, quien fue profesor de patología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, dejó claro que las concentraciones de colesterol LDL (LDL-C), el considerado «colesterol malo», son solamente uno de varios factores que intervienen en el desarrollo de la condición.

También puso el dedo en la llaga al reconocer que aun con todos los métodos farmacéuticos que se han desarrollado para disminuir los niveles de colesterol, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en los países desarrollados y ahora también en los países emergentes.

De hecho, el profesor Ross junto con el doctor John Glomset, desde 1976 propusieron la teoría de la «Respuesta al Daño», la cual reconoce que el principio de la aterosclerosis es precisamente la respuesta del organismo a un daño previo, el cual fomenta de varias formas la acumulación de células y moléculas que con el tiempo se convierten en placas ateroscleróticas.

Es decir, que el origen de condición cardiovascular cada vez más común, no es la cantidad de lípidos en la sangre, sino una condición previa de daño arterial, la que en consecuencia predispone a la zona dañada a acumular placas colestéricas (técnicamente ateroscleróticas, ya que no se integran solamente de colesterol) como una forma de reparación del daño.

Aterosclerosis y daño endotelial

El «colesterol malo», idea que se niega a morir

Es así como en las últimas décadas esta teoría de la respuesta al daño se ha ido entendiendo cada vez con mayores detalles. Con cada estudio estos detalles están ayudando a entender cómo el principio de la aterosclerosis, así como su desarrollo en una condición crítica que puede llevar a la muerte, son influenciados directamente por la inflamación, es decir la respuesta del sistema inmune a lo que considera daño o amenaza.

Estudios recientes siguen encontrando que el estado inflamatorio es un determinante más importante que la concentración de «colesterol malo». Uno de esos estudios recientes, publicado en 2016 en el British Medical Jornal (BMJ), revisando entre la evidencia de 19 estudios de cohortes encontró que altos niveles de LDL-C se asocia inversamente con la mortalidad en la mayoría de las personas mayores de 60 años. Este resultado es obviamente inconsistente con la teoría de que el LDL es aterogénico.

Esta evidencia es solamente un ejemplo de todos los estudios que se siguen acumulando en favor de la teoría de los doctores Ross y Glosmet, la cual, aunque fue propuesta hace más de 40 años, apenas está comenzando a cambiar muy lentamente la perspectiva médica y el consejo nutricional.

Evitar la inflamación sistémica es la clave

¿Qué dicen los más recientes estudios de revisión sobre la etiología de la aterosclerosis? Que es una enfermedad inflamatoria crónica, que la inflamación vascular (es decir de las arterias) juega un rol crítico en el desarrollo y la progresión de la condición, y que es la disfunción endotelial (de la membrana interna de las arterias) la que promueve la respuesta inflamatoria del sistema inmune (tanto del innato como del adaptativo) que fomenta la acumulación de placas ateroscleróticas.

¿Qué significa esto para el tratamiento y la prevención de la aterosclerosis? Que evitar la inflamación es la clave para lidiar con el problema y, más importante aun, para evitar siquiera que se desarrolle, ya sea con altos o bajos niveles de colesterol.

Y como ya hemos analizado en otros artículos, pero que además analizaremos más a fondo en relación con la aterosclerosis, la mejor manera de prevenir la inflamación es evitar el desarrollo de resistencia a la insulina, síndrome metabólico e hipertensión, condiciones que siempre preceden a la aterosclerosis de una forma un otra. O de varias.

 

Referencias
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Nelson Razo

Nutriólogo enfocado en recuperación de la salud metabólica y la reversión de enfermedades metabólicas, basado en la más reciente evidencia y la promoción de la salud y el bienestar de largo plazo.

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