La aún muy popular dieta DASH no es tan útil para todo lo que se promueve, aun cuando sigue siendo una de las más recomendadas y evaluadas como mejores. La Asociación Americana de la Diabetes de hecho aun la considera en sus recientes recomendaciones oficiales como una terapia nutricional «aceptable» para el tratamiento de la diabetes.
La dieta DASH sigue reportándose en los medios como «una de las mejores», y sigue siendo una de las más recomendadas por profesionales y organizaciones. Por varios años consecutivos el US News and World Report, un consorcio de noticias, de hecho la ha considerado en primer lugar.
Su nombre popular son las siglas de Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión, y fue diseñada específicamente para combatir este problema de salud desde la terapia nutricional en conjunto con medicación. Sin embargo, esta dieta baja en grasa se recomienda también para la pérdida de peso e inclusive el tratamiento de la diabetes.
¿Cuál es la evidencia de que esta dieta sea en realidad efectiva? No mucha. De hecho, bajo la evidencia más reciente, y en el marco de la pandemia de condiciones metabólicas como la diabetes, puede inclusive ser contraproducente.
La historia de la dieta DASH
Desde finales de los años 80’s, en Estados Unidos el aumento en la incidencia y la prevalencia de hipertensión se comenzó a considerar una amenaza a la salud pública necesaria de combatir. Aun así, para principios de los 90’s, el 24% de los adultos, aproximadamente 43 millones de personas, tenían hipertensión, y solamente el 47% podían considerarse con presión arterial normal.
En consecuencia, en 1992, reconociendo que la hipertensión es principalmente un problema de origen metabólico, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) comenzaron a patrocinar estudios para encontrar intervenciones nutricionales que fueran útiles para tratar la hipertensión. Estos estudios implicaban seguir una dieta específica estrictamente para evitar factores que pudieran confundir los resultados.
La dieta que resultó más eficiente pudo reducir la presión sanguínea sistólica entre 6 a 11 mmHg, tanto en pacientes hipertensos como en personas con presión normal. Basados en estos resultados, publicados en 1997 en el New England Journal of Medicine, varias instituciones comenzaron a promover la dieta DASH como la intervención nutricional principal contra la hipertensión.
En qué consiste la dieta DASH
La idea de la dieta DASH es que ayude a reducir la presión arterial, y está diseñada para promover el consumo de vegetales y frutas, carnes magras y lácteos bajos en grasa, así como la inclusión de esenciales micronutrientes. También fomenta la reducción del consumo de sodio en la dieta a 1500 mg/día, así como el consumo de alimentos frescos mínimamente procesados, bajo la evidencia de que el sodio es promotor del aumento de la presión arterial.
Esta dieta establece porciones específicas de distintos tipos de alimentos, y la guía típica para un paciente con hipertensión que sigue esta dieta incluye:
- Vegetales: cuatro a cinco porciones al día.
- Frutas: cuatro a cinco porciones al día.
- Granos: seis a ocho porciones al día.
- Productos lácteos bajos en grasa: dos a tres porciones al día.
- Productos de carnes magras: 6 o menos porciones al día.
- Grasas y aceites: 2 a 3 porciones al día.
- Nueces y semillas: 4 a 5 porciones a la semana.
- Dulces: 5 o menos a la semana.
Si siguen el contenido de Cuídate Hoy, estas porciones de estos tipos de alimentos nos dicen que no es una dieta que se preocupe por reducir la ingesta de alimentos ricos en glucosa, es decir que no es para nada una dieta antiinflamatoria. Aunque sí es mucho mejor que la dieta típica de alimentos ultraprocesados obesogénicos.
La nutrición que aporta la dieta DASH
A pesar de que en las porciones recomendadas se especifican porciones de frutas y porciones de verduras, también se especifican porciones de granos. Y como ya hemos abordado en varias ocasiones, tanto los granos como las frutas son fuentes ricas en carbohidratos que se convierten directamente en glucosa en el organismo.
La dieta DASH inclusive especifica que deben incluirse «almidones o carbohidratos saludables, no solamente para proveer de energía, sino además por sus micronutrientes protectores y su fibra». Inclusive, según una de varias publicaciones sobre esta dieta, «las dietas bajas en carbohidratos no son tan saludables ya que pueden llevar a menor ingesta calórica que la recomendada o al consumo de grasas no saludables como sustitutos».
Los que se consideran ejemplos de carbohidratos a consumir son: pan y roles de grano entero, pasta de grano entero, pan pita, bagel, cereales, avena, arroz integral, pretzels y palomitas de maíz sin sal. En otras palabras, esta no es una dieta para nada baja en carbohidratos, sino más bien alta en estos. Y ahora sabemos que el alto consumo de carbohidratos de este tipo promueve la inflamación sistémica.
En cuanto a las grasas que se consideran parte de esta dieta, están: margarina suave, aceites vegetales (canola, maíz, oliva, soya), mayonesa baja en grasa y aderezo light para ensaladas. Traducción: una dieta rica en aceites de semilla proinflamatorios.
Sobre las grasas en los alimentos de origen animal, las recomendaciones especifican: «selecciona solamente cortes magros, quítale la grasa visible y quítales la piel a las aves». Es decir que DASH es una dieta que sigue considerando que «la grasa saturada es mala«.
La dieta DASH a la luz de la evidencia moderna
Como ya hemos abordado en otros artículos, la base de la composición de la dieta DASH, que bajos niveles de sodio y grasa en la dieta previenen la hipertensión, ahora se has puesto en duda. Y es que ahora sabemos que el consumo de sodio solamente es un problema en relación con el consumo de alimentos ricos en carbohidratos y alimentos ultraprocesados que lo contienen en exceso.
Y la dieta DASH permite el consumo alto de carbohidratos. Aunque especifica que preferentemente de granos enteros, estos solamente son menos ricos en glucosa que los refinados, pero siguen siendo fuente importante de esta en la dieta. Además, esta dieta promueve el consumo de alimentos «bajos en grasas», lo que también ya sabemos en consecuencia fomentan el consumo de alimentos ricos en carbohidratos. Y en consecuencia la hiperinsulinemia.
Agreguemos a lo anterior que, al limitar el consumo de alimentos de origen animal en general, en consecuencia limita la ingesta de una variedad de nutrientes esenciales fácilmente conseguidos de estos alimentos, como ácidos grasos, aminoácidos y vitaminas solubles en grasa.
La dieta DASH no es tan efectiva como se creía
A pesar de ser una dieta baja en grasas que se sigue considerando efectiva para mejorar la salud metabólica, un estudio reciente encontró que una dieta DASH con mayor cantidad de grasas y menor cantidad de carbohidratos mejora sustancialmente los marcadores metabólicos, incluyendo la hipertensión.
Es decir que una dieta DASH baja en carbohidratos, lo que podemos dejar de considerar en realidad DASH, funciona mejor que sus recomendaciones originales. Y esto no es sorprendente cuando nos damos cuenta de que, analizando la evidencia, la dieta DASH se basa en estudios epidemiológicos más que intervenciones.
Y es que, en realidad los estudios intervencionales base que apoyan esta dieta son limitados y específicos, poco aplicables a la vida real y la combinación de alimentos disponibles. Pero como defiende el consumo de alimentos ricos en carbohidratos, no es raro que esta dieta sea promovida por la industria alimenticia de alimentos ultraprocesados y basados en granos. Y ya sabemos que una alimentación basada en harinas refinadas o integrales promueve la obesidad y la diabetes.
De modo que para ser efectiva no solamente para la hipertensión, sino también para tratar y prevenir otras condiciones del síndrome metabólico, la dieta DASH debe modificarse como baja en carbohidratos. De no ser así, en el largo plazo la dieta DASH resulta contraproducente al reducir artificialmente el riesgo de hipertensión solamente por la reducción de sodio, pero con el riesgo de mantener y aumentar el daño metabólico por resistencia a la insulina.
Hipertensión y resistencia a la insulina
La relación entre estas dos condiciones ya la hemos abordado, pero en un próximo artículo los relacionaremos más detalladamente con los efectos de la dieta DASH y similares. Por lo pronto, si no lo has hecho, te interesará revisar estos artículos y videos para entender mejor por qué la dieta DASH no debería ya ser tan promovida:
Cuídate de la inflamación crónica
La dieta baja en carbohidratos revierte la diabetes: estudios
Aterosclerosis: inflamación antes que grasa en las arterias
Appel, L., Moore, T., Obarzanek, E., Vollmer, W., et al. (1997). A clinical trial of the effects of dietary patterns on blood pressure. New England journal of medicine, 336(16), 1117-1124. https://doi.org/10.1056/NEJM199704173361601
Chiu, S., Bergeron, N., Williams, P., Bray, G., et al. (2016). Comparison of the DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) diet and a higher-fat DASH diet on blood pressure and lipids and lipoproteins: a randomized controlled trial–3. The American journal of clinical nutrition, 103(2), 341-347. https://doi.org/10.3945/ajcn.115.123281
Halla, H., Ameer, M., & Uppaluri, K. (2020). DASH diet to stop hypertension. StatPearls; StatPearls. https://www.statpearls.com/ArticleLibrary/viewarticle/38838
Low Carb Down Under (2019). Nina Teicholz – ‘Dietary Guidelines & Scientific Evidence’. https://youtu.be/fJEHiQKqfZM
NIH (2021). DASH Eating Plan. National Heart, Lung and Blood Institute: Health Topics. https://www.nhlbi.nih.gov/health-topics/dash-eating-plan
Steinberg, D., Bennett, G., & Svetkey, L. (2017). The DASH diet, 20 years later. Jama, 317(15), 1529-1530. https://dx.doi.org/10.1001%2Fjama.2017.1628
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