Cuídate Hoy
Higado graso epidemia silenciosa

Hígado Graso: una epidemia silenciosa

Otra de las consecuencias de la falta de salud metabólica son las enfermedades hepáticas, como el hígado graso no alcohólico. ¿Por que´se considera una epidemia silenciosa?

En las últimas décadas consistentemente han ido en aumento tanto la incidencia y la prevalencia de varias enfermedades crónicas, directamente relacionadas con la alimentación basada en alimentos hipercalóricos y pobres en nutrientes esenciales, así como con el estilo de vida sedentario y estresante.

Las enfermedades cardiovasculares y la diabetes son dos de las principales consecuencias del síndrome metabólico, condición que se calcula padecen al menos el 30% de la población de los países desarrollados y emergentes.

Algunos estudios inclusive reportan que mas del 80% de la población pueden considerarse con al menos uno de los 5 marcadores del síndrome, lo cual quiere decir que no son metabólicamente sanos, aun sin ser diagnosticados oficialmente con síndrome metabólico.

Otra de las consecuencias de la falta de salud metabólica son las enfermedades hepáticas, es decir del hígado. Y una de estas va en aumento más rápido que las demás: el hígado graso no alcohólico.

La importancia del hígado

El hígado es un órgano muy importante. Técnicamente podría considerarse tan importante como el cerebro. El hecho de que ambos consuman hasta el 20 y el 30% respectivamente del metabolismo basal (la energía que el cuerpo utiliza en todo momento en reposo), nos dice que su trabajo tiene relevancia prioritaria.

Toda esta energía es necesaria para el hígado ya que prácticamente es donde se procesan y administran todos los nutrientes. No solamente los que conseguimos de los alimentos, sino también los que el cuerpo almacena para las horas de ayuno.

El trabajo del hígado es tan importante que de hecho es el único órgano visceral con la capacidad de regenerarse mientras sobreviva al menos el 51%. Y es que otro de sus trabajos es, como se conoce coloquialmente, ser el procesador de sustancias que se consideran toxinas. De hecho en el hígado es donde la mayoría de los fármacos son metabolizados, ya que sus células tienen la capacidad de metabolizar la mayor diversidad de sustancias.

Y, a diferencia de los riñones, hígado solamente tenemos uno, por lo que las enfermedades hepáticas pueden fácilmente ser mortales, o al menos extremadamente debilitantes para el resto del organismo.

La importancia del hígado

Hígado graso, enfermedad silenciosa

Una de esas enfermedades es precursora de otras más graves y, una vez desarrolladas, irreversibles. La enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA) es una condición que, como su nombre lo dice, consiste en la acumulación de ácidos grasos en este vital órgano. Esta condición generalmente se desarrolla muy lentamente y sin síntomas aparentes, por lo que en la mayoría de los casos cuando se detecta ya ha avanzado lo suficiente como para afectar el metabolismo o inclusive dañar el hígado.

Como una de sus funciones es metabolizar las grasas, tanto descomponiéndolas en ácidos grasos (por medio de la beta oxidación), como sintetizándolas a partir de carbohidratos (por di novo lipogenesis), el hígado tiene la capacidad de almacenar energía en forma de triglicéridos en caso de exceso de nutrientes.

Esta función normal de almacenamiento puede llegar a ser contraproducente cuando la ingesta calórica es abundante, constante, y con mayor razón cuando es rica en carbohidratos refinados, como harinas, pero más especialmente, azúcares.

Aunque la razón antes más común de hígado graso era el consumo de alcohol, ahora la mayoría de los casos se deben al exceso en el consumo de azúcares, un nutriente que el hígado metaboliza de manera similar al alcohol, y que promueve mucho más rápido la sintetización de grasa hepática. Y de aquí la parte de No Alcohólico en el nombre de la enfermedad.

Así que no se trata de la grasa que consumes, sino de la que el hígado sintetiza.

Latinos en mayor riesgo

Puede que el consumo de alcohol haya disminuido en las últimas décadas, y en parte esta es una de las razones por las cuales el hígado graso alcohólico es una condición ya no tan común. Sin embargo, al mismo tiempo el hígado graso no alcohólico ha aumentado en incidencia a la par del consumo de alimentos ricos en azúcares, como las sodas y otras bebidas y productos endulzados con jarabe de alta fructosa. Y la relación no es solamente coincidencia.

De hecho, en las ultimas décadas, tanto en Estados Unidos como en México y otros países latinoamericanos que son altos consumidores de bebidas azucaradas, el hígado graso es la principal causa de condiciones que antes solamente se conocían en personas alcohólicas, como la esteatohepatitis y la cirrosis.

Esta tendencia ahora sabemos es grave especialmente en Latinoamérica y en la población latina estadounidense, debido a una combinación genética que fomenta la acumulación de grasa hepática en esta población. Uno de estos es una variante del gen PNPLA3 que se considera el principal promotor de desarrollo de EHGNA en la población latina, especialmente en la de ascendencia mexicana.

De modo que es esta tendencia a desarrollar fácilmente hígado graso lo que aumenta el riesgo para la salud de los mexicanos debido al consumo de bebidas azucaradas. No solamente se trata de la obesidad.

Consecuencias del hígado graso no alcohólico

Consecuencias del hígado graso

En Estados Unidos se considera que más del 25% de la población tiene hígado graso. Esta proporción, aunque no se ha estudiado específicamente, podemos suponer que es muy similar o inclusive mayor en México (algunos expertos de hecho consideran un 50% de incidencia) debido a la predisposición genética, al ambiente alimenticio obesogénico y a la falta de cultura y promoción de la salud preventiva.

Esta estadística es importante de considerar no solamente por el hígado graso, sino porque esta condición lleva gradualmente en muchos casos a otras más peligrosas para la salud, especialmente cuando no se diagnostica a tiempo.

De hecho, podemos considerar al hígado graso como solamente el primer nivel de un continuo que puede llevar hasta la muerte por falla hepática. ¿Cuales son las etapas?

EHGNA

En su primera etapa, la de enfermedad de hígado graso no alcohólico (también conocida como NAFLD por sus siglas en inglés), los hepatocitos (las células del hígado) acumulan exceso de grasa, proceso conocido como esteatosis. Dicha grasa puede provenir de la dieta, pero como ya vimos, principalmente proviene de la sintetización de grasa en el propio hígado o del tejido adiposo.

Esta etapa puede durar varios años, dependiendo de la genética, la alimentación y el estilo de vida de la persona, por lo que en cualquier momento, con el cambio de hábitos adecuado, puede revertirse.

Sin embargo se considera que hasta el 30% de las personas con HGNA desarrollaran la siguiente condición, EHNA. Así que, si sufres de hígado graso, tienes 30% de probabilidad de desarrollar la siguiente condición.

EHNA

Cuando la acumulación de grasa en los hepatocitos daña a estas células, se considera que el HGNA se convirtió en esteatohepatitis. Más técnicamente esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), o NASH por sus siglas en inglés.

Esto sucede debido a que los hepatocitos comienzan a morir producto de la inflamación causada por el exceso de grasa intracelular. El tejido hepático se destruye y las células muertas son reemplazadas por colágeno.

En esta etapa, el daño aún puede revertirse con intervención nutricional y médica apropiadas, y regresar a la etapa de hígado graso. Si esto no sucede, la esteatohepatitis puede progresar a cirrosis. Esto se calcula sucede en el 20% de los casos de EHNA. Es decir que si padeces de esteatohepatitis, tienes 20% de probabilidad de desarrollar cirrosis.

Cirrosis

Después de décadas de daño en el hígado, el tejido muerto se acumula al punto en que daña la función del órgano; lo suficiente como para manifestarse en problemas graves para la salud, al haber llegado a una etapa de daño irreversible.

Esto es a lo que se le conoce como cirrosis, y lleva casi inexorablemente a fallas mortales del órgano, e inclusive al desarrollo de cáncer. En otras palabras después de desarrollar cirrosis, no hay vuelta atrás y los tratamientos solamente se enfocarán en limitar los síntomas y tratar de prolongar el tiempo de vida. O esperar un trasplante de hígado.

Cáncer

Producto de la disfunción celular de los hepatocitos y de la inflamación promovida por el daño grave del tejido del hígado, sus células se vuelven mucho más susceptibles a desarrollar mutaciones mitocondriales y nucleares que llevan al desarrollo de carcinoma hepatocelular, es decir cáncer de hígado.

Este a su vez vez puede desarrollar fácilmente metástasis y afectar otros órganos y tejidos y estima que el 7% de los casos de cirrosis se vuelven cancerígenos. Aunque no se requiere, ya que el 20% de los casos de cirrosis mueren de esta condición, con o sin cáncer.

Prevenir o revertir el hígado graso

Ahora que entiendes mejor la importancia de evitar que tu hígado acumule grasa en sus hepatocitos, o de que si ya lo está haciendo deje de hacerlo, ¿qué se puede hacer al respecto?

Eso lo veremos en un siguiente artículo. Pero por el momento una pista: deja los carbohidratos refinados. Ya.

 

Referencias
Allen, A., Hicks, S., Mara, K., Larson, J. & Therneau, T. (2019). The risk of incident extrahepatic cancers is higher in non-alcoholic fatty liver disease than obesity–A longitudinal cohort study. Journal of hepatology, 71(6), 1229-1236. https://doi.org/10.1016/j.jhep.2019.08.018
Berg, J., Tymoczko, J. & Stryer, L. (2002). Each organ has a unique metabolic profile. Biochemistry, 5. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK22436/
Bernal, R., Castro, G., Malé, R., Carmona, R., et al. (2019). Consenso mexicano de la enfermedad por hígado graso no alcohólico. Revista de Gastroenterología de México, 84(1), 69-99. https://doi.org/10.1016/j.rgmx.2018.11.007
Delgado, B. (2017). Why Is the Liver So Amazing?. Frontiers for Young Minds. https://kids.frontiersin.org/article/10.3389/frym.2017.00038
Drew, L. (2017). Fighting the fatty liver. Nature, 550(7675), S102-S103. https://doi.org/10.1038/550S102a
Lazarus, J., Colombo, M., Cortez, H., Huang, T., et al. (2020). NAFLD—sounding the alarm on a silent epidemic. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology, 1-3. https://doi.org/10.1038/s41575-020-0315-7
Marengo, A., Rosso, C. & Bugianesi, E. (2016). Liver cancer: connections with obesity, fatty liver, and cirrhosis. Annual review of medicine, 67, 103-117. https://doi.org/10.1146/annurev-med-090514-013832
Petta, S., Gastaldelli, A., Rebelos, E., Bugianesi, E., et al. (2016). Pathophysiology of non alcoholic fatty liver disease. International journal of molecular sciences, 17(12), 2082. https://dx.doi.org/10.3390%2Fijms17122082
Rinella, M. (2015). Nonalcoholic fatty liver disease: a systematic review. Jama, 313(22), 2263-2273. https://doi.org/10.1001/jama.2015.5370
Saab, S., Manne, V., Nieto, J., Schwimmer, J. & Chalasani, N. (2016). Nonalcoholic fatty liver disease in Latinos. Clinical Gastroenterology and Hepatology, 14(1), 5-12. https://doi.org/10.1016/j.cgh.2015.05.001
Samuel, V. & Shulman, G. (2018). Nonalcoholic fatty liver disease as a nexus of metabolic and hepatic diseases. Cell metabolism, 27(1), 22-41. https://doi.org/10.1016/j.cmet.2017.08.002
Yu, J., Marsh, S., Hu, J., Feng, W. & Wu, C. (2016). The pathogenesis of nonalcoholic fatty liver disease: interplay between diet, gut microbiota, and genetic background. Gastroenterology research and practice, 2016. https://doi.org/10.1155/2016/2862173
Wang, Z., Ying, Z., Bosy, A., Zhang, J., et al. (2010). Specific metabolic rates of major organs and tissues across adulthood: evaluation by mechanistic model of resting energy expenditure. The American journal of clinical nutrition, 92(6), 1369-1377. https://dx.doi.org/10.3945%2Fajcn.2010.29885

chwebmaster

Add comment