La enfermedad cardiovascular (ECV) sigue siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, especialmente en los países desarrollados y emergentes. A pesar de que en los últimos 50 años la ECV se ha asociado con el consumo de grasa saturada que «tapa las arterias» aumentando el riesgo de ataques cardiacos, la evidencia en la que esta idea se ha sustentado no es tan fuerte como nos han hecho creer.
La evidencia se acumula
Especialmente en las últimas dos décadas, se ha ido acumulando evidencia en contra de la idea de que el consumo de grasa saturada fomenta las enfermedades cardiovasculares o inclusive que es su principal causa. Estos estudios han sido tantos, que poco a poco el cambio de paradigma ha ido permeando en las profesiones médicas y nutricionales. De hecho, el tema ya lo hemos abordado en artículos y videos anteriores.
En este sentido, un reciente y extenso estudio de revisión analizó sistemáticamente la evidencia publicada de 2010 a 2021 sobre la relación entre la grasa saturada y la ECV, así como las consecuencias. Los estudios que se incluyeron fueron diversos: observacionales, prospectivos, epidemiológicos de cohortes, controlados aleatorizados, así como revisiones sistemáticas y meta análisis de todos estos tipos de estudios.
Los resultados del estudio
El estudio de más de 60 paginas reportó que de manera colectiva, ni los estudios observacionales, ni los prospectivos epidemiológicos de cohorte, ni los controlados aleatorios, ni las revisiones sistemáticas ni los meta análisis han establecido una asociación significativa entre las grasas saturadas en la dieta y el riesgo cardiovascular subsecuente de ECV, enfermedad de arteria coronaria, infarto isquémico o mortalidad; ni siquiera beneficio de reducir la grasa saturada en la dieta relacionado con riesgo de ECV, eventos cardiovasculares o mortalidad.
Además, los beneficios de reemplazar la grasa saturada por grasas mono y poliinsaturadas o por carbohidratos (tan promovidos por mucho tiempo, y aun hoy en día) siguen teniendo evidencia dudosa, e inclusive en contra.
La grasa saturada no es la culpable
Así, el estudio concluyó que el consumo de grasas saturadas no se asocia significativamente con enfermedad cardiovascular, eventos o mortalidad, y que en consecuencia la evidencia no muestra bases científicas para demonizar las grasas saturadas como causa de ECV. De modo que las grasas saturadas naturales en los alimentos pueden incluirse y recomendarse en la dieta, y las recomendaciones de reducir su ingesta deberían modificarse.
El estudio fue llevado a cabo por los investigadores Reimara Valk, James Hammill y Jonas Grip, y fue publicado en el European Journal of Preventive Cardiology a principios de septiembre de 2022.
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