En relación con la salud, estamos acostumbrados a pensar en la grasa como algo de lo que siempre es mejor tener menos. Esta es una concepción que se hizo popular especialmente en los últimos 50 años, y que no necesariamente es correcta. Esto podemos corroborarlo con el incremento en la incidencia de obesidad, diabetes, hipertensión y demás condiciones crónicas, de más de 30 años a la fecha.
La grasa, desde el punto de vista de la nutrición, es un tipo de compuesto orgánico esencial para la vida; y desde el punto de vista de la fisiología, el tejido adiposo donde esa grasa se guarda es igualmente importante.
De hecho, sin la existencia de la grasa, la vida como la conocemos no existiría. Y mucho menos los seres humanos. Por este motivo, para mantener una salud óptima el mayor tiempo posible, es vital entender que la grasa puede ser tanto mala como buena. Y por qué.
No toda grasa es igual
La grasa es la mejor molécula orgánica que la evolución encontró para almacenar energía, para que las células pudieran administrar eficientemente la abundancia y la escasez de alimentos. La grasa en los mamíferos es administrada por el tejido adiposo, células cuyo trabajo principal es almacenar dicha grasa para ser utilizada metabólicamente cuando se requiere.
Sin embargo, este tejido adiposo (al cual llamaremos también grasa), existe de dos tipos, los cuales se conocen como grasa blanca y grasa café. Y aunque ambos constan de células que guardan grasa, la manera en que la administran es muy diferente.
La grasa blanca se dedica casi exclusivamente a guardar lípidos (el término técnico para la grasa), negándose a deshacerse de ellos, a menos que sea estrictamente necesario; como cuando pasamos mucho tiempo sin comer. Es de la que más tenemos; y en todos los lugares que no queremos.
La grasa café también almacena lípidos; pero ésta no duda en utilizarlos como fuente de energía, mucho más efectivamente que la grasa blanca. La grasa café actúa de esta manera porque cuenta con muchas más mitocondrias. Se encuentra solamente en el torso, el cuello, la espalda, alrededor de los riñones, y por toda la columna vertebral.
La grasa de la que quieres tener más
Todas las células adiposas contienen mitocondrias. Estos son organelos cuya función principal es convertir los nutrientes en energía, y en el caso de una célula adiposa, ese nutriente es grasa. Sin embargo, las células de grasa café contienen muchas más mitocondrias que las células de grasa blanca, y de ahí su distintivo color.
Esto hace a la grasa café un tejido efectivo en la quema de calorías, las que se convierten principalmente en calor. Es decir que, entre mayor cantidad de grasa café en nuestro cuerpo, mayor eficiencia en la quema de grasa, y en consecuencia de cualquier otro nutriente que se almacene en forma de grasa, incluía la glucosa de los carbohidratos.
Lamentablemente, como lo explica el Dr. Benjamin Bikman, uno de los mayores expertos en el tema, los seres humanos solamente tenemos mucha grasa café cuando somos bebés. Es por esto que los bebés durante sus primeros meses no tiemblan de frío al sacarlos de la tina; no lo necesitan, ya que sus abundantes células cafés generan calor todo el tiempo.
En cambio, conforme crecemos y perdemos células de grasa café en favor de células de grasa blanca, cuando sentimos frío, los seres humanos temblamos instintivamente para generar calor.
La grasa café en la salud
Pero si creías que la única ventaja de la grasa café en nuestro organismo es que quema más eficientemente la grasa que almacenamos proveniente de los alimentos, te gustará saber que tiene otro efecto mucho más importante para nuestra salud: modula la sensibilidad a la insulina.
Como ya hemos analizado antes, la insulina es la hormona que se encarga de dictarle al organismo que almacene calorías, promoviendo la obesidad cuando nuestra dieta es la típica alimentación basada en alimentos procesados ricos en carbohidratos refinados.
Así que, tener un organismo sensible a los efectos de la insulina quiere decir que es más difícil desarrollar síndrome metabólico. Y con el síndrome metabólico vienen la obesidad, la hipertensión, la diabetes, y una vida llena de enfermedades crónicas relacionadas.
Así que, entre más grasa café, menos problemas metabólicos.
Cómo conseguir más grasa café
Entonces, ¿te interesa tener más grasa café?
Aunque de adultos no podemos regresar al mismo porcentaje de grasa café que teníamos cuando éramos bebés, no todo está perdido. De hecho, conseguir lo más cercano a grasa café es relativamente fácil: báñate con agua fría. Seguido. Especialmente en tiempo de frío.
Resulta que, de la misma manera que el ejercicio de fuerza es un tipo de estrés que fomenta el crecimiento muscular y la proliferación de mitocondrias en el músculo, la exposición al frío fomenta el desarrollo de lo que se conoce como grasa beige.
Como un sistema de adaptación evolutiva, cierta cantidad de grasa blanca puede actuar como grasa café (por lo que se denomina beige), cuando el cuerpo se expone seguido a bajas temperaturas. Por esto precisamente es por lo que, conforme nos acostumbramos a os baños de agua fría, cada vez temblamos menos.
Y con esa menor necesidad de temblar, también aumenta la cantidad de calorías que nuestro cuerpo consume, solamente en la generación de calor. Esto nos hace cada vez más resilientes ante las bajas temperaturas, al mismo tiempo de que nos ayuda a quemar calorías más fácilmente.
Si no es por resiliencia, puede ser por estética
Así que, si no te animas a bañarte con agua fría para adaptarte a las bajas temperaturas, puedes hacerlo para quemar algunos kilos demás. O al menos para mantener más fácilmente un peso saludable.
De hecho, exponerte más seguido a bajas temperaturas tiene otro beneficio que puede interesarte aún más: reforzar tu sistema inmunológico.
Pero eso lo dejaremos para después. Y también otras maneras de convertir la grasa blanca en grasa beige.
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