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Los peligros del estrés

El estrés evolucionó para mantenernos vivos, pero también nos puede matar.

Los neurotransmisores, como la dopamina y las endorfinas, existen en nuestro organismo para hacernos querer conseguir lo que necesitamos para sobrevivir, y para soportar el dolor que podemos encontrarnos en el proceso de conseguirlo.

La forma de actuar de estos químicos se manifiesta como sentimientos en nuestro cerebro y de la misma manera existen otros más que también buscan que repitamos o dejemos de llevar a cabo acciones, todo en favor de nuestra sobrevivencia. Y uno de los más básicos es una hotmona conocida como cortisol.

El trabajo del cortisol

El cortisol es una hormona esteroide que los humanos producimos naturalmente en la glándula suprarrenal. Esta hormona es liberada principalmente en respuesta al estrés y a un nivel bajo de glucosa. Funciona para aumentar el nivel de azúcar en la sangre, para suprimir el sistema inmune, para ayudar en el metabolismo de la grasa, proteína y carbohidratos, y en ciertas circunstancias hasta para acumular calorías en forma de grasa.

Su funcionamiento podemos explicarlo de manera mucho más simple imaginándonos a alguno de nuestros ancestros en la mitad de la sabana africana escuchando un ruido entre la maleza. Inmediatamente siente miedo y la necesidad instintiva de salir corriendo a toda velocidad en la dirección opuesta a de dónde escuchó el ruido. Esto es el cortisol haciendo su trabajo y permitiendo a nuestro ancestro vivir otro día más.

En otras palabras, el cortisol es el responsable del sentimiento de estrés y ansiedad. El cortisol existe para mantenerte vivo en el sentido más primitivo de todos: evitar los peligros o alejarte de ellos.

Su trabajo es administrar los recursos de tu organismo para ayudarte a sobrevivir preparándote para la pelea o para la huida. Obviamente para pelear o huir no necesitas muchas de las otras funciones de tu organismo mientras sales del problema, así que es por esto que el cortisol en funcionamiento suprime desde tu sistema inmune hasta tu capacidad de regeneración; porque en esos momentos consumirían recursos preciados que son necesarios para metabolizar glucosa y mandar esa energía a, por ejemplo, los músculos y las partes del cerebro que más activas deben estar en situaciones de peligro.

Es por esto que el cortisol es vital, literalmente, para la supervivencia. Sin embargo, para nosotros en la modernidad se ha convertido en una adaptación que se vuelve en nuestra contra por varias razones.

El peligro del estrés continuo

Como vimos, el cortisol existe para generarnos estrés. El estrés existe para ponernos alerta y prepararnos para la pelea o la huída en situaciones de peligro. Y así lo ha hecho y lo sigue haciendo hasta hoy.

El problema es que ya no vivimos en el ambiente en el cual por millones de años este sistema funcionó a la perfección permitiendo sobrevivir a nuestros ancestros lo suficiente como para que hoy nosotros estemos aquí. Nosotros cambiamos el ambiente de adaptabilidad evolutiva en el cual el cortisol hacía su trabajo como evolucionó para hacerlo.

El problema es que hoy las situaciones que nos hacen liberar cortisol son continuas. El estrés en la modernidad existe constantemente en demasiados aspectos de nuestra vida diaria, y no es el estrés para el que el cortisol evolucionó.

Hoy los peligros a los que nos enfrentamos no son leones o hienas en la sabana, ni siquiera serpientes entre el pasto; hoy los “peligros” que nuestro sistema interpreta como situaciones de estrés liberando cortisol son ansiedad en el trabajo, estrés por la situación económica, ansiedad por la necesidad de sentirnos parte de un grupo, estrés por lo que vemos a diario en las noticias, ansiedad por estar al tanto de lo que publican nuestros “amigos” en las redes sociales, y la lista sigue.

Y estas situaciones son constantes.

Estrés que no es normal

Verán, el cortisol funciona a la perfección, y hasta es beneficioso en otros aspectos, cuando los peligros a los que tiene que responder son repentinos y esporádicos. De repente te encuentras con una serpiente, te atemorizas, tu latido se eleva, tus músculos se tensan, reaccionas y después de alejarte tardas algunos minutos en calmarte y tus niveles de cortisol se estabilizan. El peligro pasó.

Sin embargo, cuando el cortisol está siendo liberado constantemente en nuestro organismo, poco a poco pero sin dejar de hacerlo, sus efectos se acumulan y afectan nuestra salud de muy variadas formas.

¿Por qué crees que últimamente se atribuyen muchas enfermedades al estrés? Suena muchas veces a diagnosis new age pero la realidad es que estamos corroborando que el estrés constante debilita para empezar nuestro sistema inmune, lo que deja a nuestro organismo a merced de todas las amenazas a nuestra salud que nos encontremos en el camino mientras seguimos estresados.

El estrés pesa

Nada más para dejar un solo ejemplo: en gran medida, los problemas de obesidad de la vida moderna son producto del cortisol que actúa en tu cuerpo estresándote  y haciéndote no solamente comer lo que no debes y en las cantidades que no debes, sino también promoviendo que no quemes la grasa acumulada y que de hecho acumules más.

Sí. Esas llantitas existen también por estrés.

Pero este es un tema que retomaremos después ya que tiene mucha tela (o mejor dicho grasa) de donde cortarle.

Así que, aprende a relajarte. Y, si no te puedes librar del estrés, aprende a liberarlo de formas beneficiosas para tu salud.

Nelson Razo

Nutriólogo enfocado en recuperación de la salud metabólica y la reversión de enfermedades metabólicas, basado en la más reciente evidencia y la promoción de la salud y el bienestar de largo plazo.

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