Hasta la fecha tenemos la idea de que la obesidad, y todos los problemas relacionados con esta condición, se deben a que «comemos más de lo que quemamos». Según esta idea, lo único que debe interesarnos sobre lo que comemos en relación a engordar o no, es la cantidad de calorías que contienen los alimentos. Esto se ha creído por décadas y, lamentablemente, se sigue creyendo.
Porque eso es: solamente una creencia arraigada por varias razones que ya hemos abordado y que seguiremos analizando. Lamentablemente es una creencia no solamente popular, sino además profesional que siguen utilizando médicos y nutriólogos para decidir sobre cómo intervenir en la salud y los hábitos alimenticios y de estilo de vida de las personas.
Sin embargo, los avances científicos en la comprensión del metabolismo humano y la adaptación de este al ambiente moderno, nos están mostrando que la lógica evolutiva no está de acuerdo al canon nutricional, lo cual indirectamente ha fomentado la epidemia de enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con el metabolismo, y que en general podemos englobar en un sólo término sobre el cual cada día escuchamos más.
Y con justa razón.
El Síndrome Metabólico
Aunque ya no hemos abordado en un artículo anterior que te recomiendo leer, es importante dejar claro que todas las condiciones crónicas modernas dependientes de la alimentación y el estilo de vida que han fomentado la industrialización y la globalización, se conocen como Síndrome Metabólico.
Estas condiciones cuya incidencia y prevalencia van en aumento son la hipertensión (presión alta), la hiperglucemia (altos niveles de glucosa sanguínea), la hiperinsulinemia (altos niveles de insulina), la dislipidemia (altos triglicéridos y altos niveles de colesterol «malo» y bajos de colesterol «bueno») y la obesidad. Sin embargo, aunque todos estos problemas por sí mismos ya son materia de preocupación, el problema grave reside en lo que este conjunto de condiciones promueven, si no se evitan o se tratan a tiempo: diabetes y todas sus complicaciones, incluyendo enfermedades y eventos cardiovasculares, enfermedad de Alzheimer y hasta cáncer.
Así que, si ahora te interesa saber cómo es que creer que la obesidad es solamente culpa de comer más calorías de las que quemamos está fomentando el síndrome metabólico, pasemos a cómo se determina si tienes diabetes o principios de esta cada vez más democrática condición.
Glucosa en la Sangre
Para determinar si un paciente tiene problemas metabólicos que sugieren diabetes o pre-diabetes, los médicos normalmente se basan en los resultados de un examen de sangre que indican el nivel de glucosa en ayunas (FPG, por sus siglas en inglés). Sin embargo, y como también ya abordamos en otro artículo, el problema es que cuando este análisis muestra niveles elevados de glucosa, es casi seguro que los problemas metabólicos ya sean avanzados, y sea más difícil revertirlos.
Pero lo que nos interesa desde el punto de vista de la prevención, es que el caso contrario también puede ser un problema; porque el nivel de glucosa en la sangre en ayunas puede resultar normal, pero solamente ser un engaño. El médico puede ver que la FPG está en 100 o menos y decir que no hay problema, sin tomar en cuenta el aparente sobrepeso del paciente y sin cuestionarlo sobre sus hábitos alimenticios. Después de todo, no es su problema si no detectó problema.
¿Y cuál es el problema sin detectar? Que la insulina puede estar haciendo muy bien su trabajo. Demasiado bien.
¡Es la resistencia a la insulina, estúpido!
Desde ya hace algunas décadas se sabe que la glucosa en la sangre no es el problema real, sino solamente un marcador de cosas que están pasando en el metabolismo, y que muy probablemente estén sucediendo desde hace tiempo gracias al esfuerzo de una hormona que evolucionó para administrar la energía de los alimentos: la insulina.
El trabajo de esta hormona es mantener a raya los niveles de glucosa en la sangre y fomentar el almacenamiento de esa glucosa en forma de glucógeno o grasa, que pueda servir como combustible de reserva en los tiempos de ayuno. La insulina se encarga de mantener la homeostasis de la glucosa; y cualquier condición que altere esta homeostasis altera en consecuencia el metabolismo.
El problema, como elocuentemente explica el profesor Tim Noakes, es que no siempre se nota desde el principio; por un tiempo la insulina puede estar haciendo tan bien su trabajo que no permite al análisis clínico mostrar que el paciente está consumiendo una dieta y llevando un estilo de vida que le asegurará resistencia a la insulina, lo que le puede llevar, casi seguramente, a desarrollar diabetes.
HOMA-IR
Al entendimiento de que es necesario tomar en cuenta la relación entre la insulina y la glucosa para determinar problemas metabólicos se le denomina Evaluación del Modelo Homeostático de la Resistencia a la Insulina (HOMA-IR). Este modelo es mucho más informativo tanto para el paciente como para el médico como diagnóstico, en comparación con solamente la glucosa en ayunas.
El HOMA-IR resulta más informativo porque un nivel alto de insulina en conjunto con un nivel normal de glucosa casi siempre indicará que es necesario hacer cambios en la dieta y el estilo de vida, antes de desarrollar resistencia a la insulina, punto en el cual ya se comienza a acumular la glucosa en la sangre.
Ahora entendemos por qué es necesario que los análisis clínicos incluyan el de insulina en ayunas (te lo pida o no el médico), un análisis que no es común que se incluya en el panel sanguíneo tradicional.
¿Qué es lo que hace (o debería hacer) el médico con los números de glucosa e insulina? Relacionarlos mediante una fórmula sencilla, multiplicando Insulina x Glucosa (en mg/dl) y dividiendo el resultado entre 405.
¿Qué indica resistencia a la insulina?
La interpretación de los números de sensibilidad a la insulina según el HOMA-IR varía según distintos estudios. Sin embargo, en general y desde un punto de vista preventivo, se resumen así:
- Sensibilidad óptima a la Insulina: Menos de 1.0.
- Resistencia a la Insulina en desarrollo: Más de 1.9.
- Importante Resistencia a la Insulina: Más de 2.9.
Así que, si tu HOMA-IR se acerca al 2 y además tienes sobrepeso u obesidad, deja de esperar a que se convierta en completa resistencia a la insulina, y que la glucosa incontrolada en la sangre comience a dañar tu organismo, desarrolles o no diabetes.
Deja los carbohidratos refinados, adopta una dieta nutritiva, integra más actividad física en tu vida, y deja todos esos malos hábitos que sabes solamente te proporcionan soluciones de corto plazo a expensas de tu salud y bienestar integrales.
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